Embajador Luis Larraín Cruz

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sábado, 31 de julio de 2010

PROTOCOLO El saber popular aplicado al protocolo.

Refranes y Protocolo. El saber popular aplicado al protocolo.

Foto  Lin Pernille - Photography  Libros de refranes.

Lo cortés no quita lo valiente.

La educación y el respeto a las personas no están reñidos con defender cada uno sus convicciones. No podemos perder las buenas maneras con personas con las que no compartimos criterios o formas de pensar.

Buenos modales juntan caudales y abren puertas principales.

Las buenas maneras y la buena educación, abren más puertas en la vida y dan mayores oportunidades que cualquier otro tipo de comportamiento.

Cortesías engendran cortesías.

Siendo educado y cortés siempre trae como consecuencia, que el resto de las personas sean más amables y corteses a la larga.

La cortesía es de quien la da, y no de quien la recibe.

Indica que se debe tratar con educación a todas las personas, incluso a aquellas personas que no se lo merecen o que no tienen buenos modales o buena educación.

Cuanta más grandeza, más llaneza.

Por muy sencilla que sea una persona, el mayor tesoro que tenemos es nuestro comportamiento. El comportamiento no conoce grandezas. Se puede ser importante y ser un maleducado.

"Los refranes forman parte de nuestra cultura"

De lo sublime al ridículo no hay más que un paso.

El mejor comportamiento, o una acción digna de mención puede quedar en nada con un comportamiento inadecuado o una mala educación.

Lo que se aprende de cuna, siempre dura.

Siempre que hemos recibido buenos ejemplos en casa, es difícil olvidarlo. Por eso siempre debemos actuar de forma correcta en nuestras acciones diarias para dar buen ejemplo y sembrar la semilla de la buena educación.

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda.

Aunque tratemos de "disfrazar" nuestro comportamiento, si éste no es bueno siempre se notará que no somos personas con buena educación, con buenas maneras.

Lo bueno aborrece y lo malo apetece.

Debemos cuidarnos de actuar de mala manera, con malos modales, aunque en determinadas ocasiones es mucho más fácil irnos por "las malas". Hay que guardar la buena compostura en todas las ocasiones, demostrando nuestra buena educación y buenos modales.

Virtudes vencen señales.

Nos da a entender que, por muy poca apariencia de ser educados que se tenga, la forma de obrar nos demuestra todo lo contrario. Las virtudes interiores nos hacen más respetuosos con los demás .

Aunque vestido de lana, no soy borrego.

No se puede juzgar por la apariencia exterior. Se puede vestir de forma humilde, pero no por ello no se puede tener buena educación y buenos modales.

Al que al cielo escupe, en la cara le cae.

Si obramos de mala manera, o con malos modales, es fácil que obtengamos también comportamientos poco educados. Demos buen ejemplo, comportándonos con elegancia y cortesía en cualquier situación.

FUENTE: PROTOCOLO
Saludos,
 
RODRIGO  GONZALEZ  FERNANDEZ
DIPLOMADO EN RSE DE LA ONU
DIPLOMADO EN GESTION DEL CONOCIMIENTO DE ONU
Celular: 93934521
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PROTOCOLO La impuntualidad, ¿hábito o costumbre? Cuando llegar tarde es llegar bien.

La impuntualidad, ¿hábito o costumbre? Cuando llegar tarde es llegar bien.

  • Como si se tratara de relojes derretidos a lo Dalí, el horario parece haber perdido su rigidez y haberse convertido en un concepto maleable. Un lugar común: ir a un espectáculo a la hora anunciada y esperar en el lugar, vacío, hasta que se arme el escenario; se conecten los instrumentos; aparezca el resto del público; la banda, dos horas más tarde, etcétera. Por estos días, la impuntualidad se volvió algo normal y casi aceptable.

"Me parece más una cosa del público de cada artista que de los lugares", opina el músico Leandro Huerga. "Es que muchos sitios tienen un límite de horario de corte, por un tema municipal. No es que sean los paladines de la puntualidad", explica.

En el verano pasado, en la ciudad de Buenos Aires intentaron adelantar el comienzo de los eventos y propusieron "horarios europeos". Quizás, al empezar y terminar más temprano, se lograba que el público, y los artistas, llegaran a horario.

La autora del Manual de Ceremonial y Protocolo (Ed. Libros en Red), Alicia Iruretagoyena, comenta que como la impuntualidad es un hábito frecuente, ya nadie se asombra. "Parece que todos estamos resignados a esperar, porque, por otra parte, los otros también nos esperarán en algún evento con la misma actitud: es como una regla no escrita que todos aceptamos", explica.

Así, es moneda corriente llegar unos minutos más tarde, e incluso excusarse por medio de un mensaje de texto. "Cuando uno indaga descubre otras razones más profundas que reflejan la idiosincrasia de los grupos y la involución de los usos sociales que están destinados a la buena convivencia", continúa Iruretagoyena. "Los usos sociales referidos a la buena convivencia se relajaron en todo el mundo occidental; sin ir más lejos, fui hace cuatro días a un concierto en Amsterdam y me llevé una gran sorpresa: empezó varios minutos más tarde. Y en Berlín me pasó algo parecido en una visita guiada a uno de los museos", confiesa.

"La impuntualidad está tan arraigada que no es extraño llegar a la hora y encontrar todavía a los anfitriones haciendo algunos preparativos de última hora"

De todos modos, y por donde se lo mire, el tema parece ser cultural. Existe una diferencia abismal entre latinos y anglosajones, y ni hablar de los orientales y su precisión hasta con las agujas del reloj. Es sabido que en Europa hasta el transporte público llega en horario. América latina es otro cantar: en Nicaragua existe la llamada hora Nica , que implica que se debe llegar dos o tres horas después de la hora estipulada. En caso de ser puntual, el invitado no debe extrañarse si se encuentra con el anfitrión en plena preparación. En Ecuador y Colombia se implementaron campañas para incentivar la puntualidad y argumentaron que de ese modo se aumentaría notablemente la productividad. El gobierno de Bolivia analiza implementar un sistema de bonos de puntualidad para aquellos que comiencen sus jornadas laborales a horario. En la Argentina, desde las líneas aéreas hasta los más altos mandatarios se dan el lujo de manejar al tiempo a gusto.

Pero es aceptable preguntarse si la culpa la tienen los invitados o los anfitriones.

Es un papelón cuando, invitación y confirmación de RSVP de por medio, se llega al lugar citado a la hora señalada y se encuentra a los anfitriones ultimando detalles, y a otros dos o tres gatos locos que, ingenuos, confiaron en el horario impreso. Sin nada que hacer, el tiempo pasa lento, tenso, aburrido. "La impuntualidad es algo que detesto", dictamina el relacionista público Alejando Raineri.

"Cada inauguración que uno organiza parece que fuera la primera. Siempre se genera adrenalina esperando la llegada de los invitados. El argentino es lo más impuntual del mundo, se acostumbró a ser informal en horarios y en concurrencia. Es distinto del europeo, cuya tarjeta define horario de llegada y de salida", cuenta Raineri.

Quedarse después del horario indicado tampoco está bien visto. "El cóctel es la única recepción que consigna en la invitación la hora de inicio y de finalización: dura dos horas y se puede llegar en cualquier momento y permanecer el tiempo que se quiera dentro de esas dos horas", aclara Iruretagoyena. Claro que hay gente que no lo sabe.

Llegar temprano también es ser impuntual. Esta vez, la anécdota viene de boca de Eduardo Gálvez. "Una amiga muy despistada llegó como invitada a una comida, dada en la residencia de un conocido embajador. Fue recibida por el mayordomo, que la hizo pasar a una pequeña sala. Al rato apareció el supuesto anfitrión, vestido de manera casual. Mantuvieron una conversación formal por un par de minutos, hasta que el dueño de casa le dijo cortésmente: Muchas gracias por su imprevista visita, la espero mañana en el mismo horario con los otros invitados a comer".
 

FUENTE: PROTOCOLO
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