Embajador Luis Larraín Cruz

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jueves, 17 de marzo de 2011

PROTOCOLO El ocaso de los escudos como símbolos institucionales

El ocaso de los escudos como símbolos institucionales

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escudoEl heraldista vasco Andoni Esparza Leibar ha analizado en Noticiasdeguipuzcoa.com la desaparición de los escudos como imagen institucional a favor de logotipos y reclama su conservación, ya sea adaptando los símbolos tradicionales a la nueva estética.

No parece que la antigua y hermosa heráldica de los ayuntamientos vascos esté siendo muy bien tratada durante las últimas décadas. Hay quien entiende que -debido a su estética o contenido- esos blasones con siglos de historia no representan ya a la población actual.

Por lo que respecta a las razones de índole formal, están provocando el que sean desplazados por los logotipos. El caso de Irun nos permite ilustrar esta tendencia.

El escudo municipal muestra un castillo sobre el que hay dos grullas y un lema en latín que proclama: Vigilantiae custos. Hace referencia a la labor de vigilancia y custodia desempeñada por la ciudad durante siglos, especialmente respecto a la frontera con Francia. Podemos comprobar que esa idea quedó muy bien plasmada en las armas municipales.

Hoy, parece que sus aves heráldicas no otean ya el horizonte. El escudo de Lisboa muestra dos cuervos o el de La Haya una cigüeña. Pero lo que no se les ocurre en esas dos grandes urbes europeas, lo ha hecho la segunda ciudad guipuzcoana. Aquí el blasón no ha sido formalmente eliminado, pero apenas se emplea en la relación del ayuntamiento con los ciudadanos. Para ello utilizan un logotipo que carece de todo ese gran poder evocador.

Precisamente Irun, debido a su enorme crecimiento y transformaciones urbanísticas producidas a lo largo del siglo XX, necesita tener presentes sus raíces, recordar su proceso evolutivo. Ello hace muy aconsejable la presencia constante de símbolos que ayuden a entender ese pasado.

Un segundo factor que explica la mutilación u olvido de los blasones, lo constituyen los motivos políticos. La desafortunada modificación de los símbolos provinciales de Bizkaia y Gipuzkoa (que tuvo lugar respectivamente los años 1986 y 1979), sigue produciendo sus efectos en los escudos municipales. Lizartza lo alteró a la par que el de la provincia. En Antzuola debaten desde hace tiempo la supresión de los cañones del escudo municipal.

Felizmente el valle de Salazar, en Navarra, no renuncia a su lema Azkenean konta, (Al fin se verá), por muy del siglo XVI que sea. También la republicana Baiona parece sentirse cómoda con su Numquam polluta, utilizada, por ejemplo, en tiempos de Luis XIV.

Es cierto que la mayoría de los símbolos heráldicos fueros diseñados durante el Antiguo Régimen, en una época en la que los países estaban regidos por monarquías absolutas y tampoco había, por ejemplo, libertad religiosa. Por ello algunos consideran que no representan el actual sentir de la comunidad.

Pero la cuestión es más compleja. Los grupos humanos de hace siglos tenían un nivel cultural mucho más rudimentario que el actual. Por ello transmiten, frecuentemente, la imagen de un pasado imperfecto. No obstante, se trata de sociedades en las que (al igual que en la nuestra) había cosas buenas y malas. En consecuencia, no deben ser mitificadas, ni rechazadas en bloque. Por otra parte, la visión crítica que se nos facilita al examinar estas muestras del pasado que son sus símbolos, ayuda también a ver con cierta perspectiva el momento actual.

Este constante afán de evolución se debe a la propia evolución del arte, pero además existen factores de tipo personal. A los políticos (desde aquellos que mandaron hacer las pirámides, hasta los de ahora), les gusta dejar huellas de su paso por el mundo. En cuanto a los diseñadores, además de éste motivo, viven de ello. Pero los intereses de ambos grupos pueden ser conciliables con la tradición.

Preservando en todo momento los blasones antiguos, cabe formular todo tipo de variantes. Veamos un ejemplo. Solo con unas almenas, una grulla y el lema (una parte muy pequeña del dibujo) se podría transmitir inequívocamente la idea de Irun. A la creatividad del artista se le ofrece un amplio campo. La heráldica municipal constituye, al fin y al cabo, una parte de nuestro patrimonio cultural, que merece ser investigada y preservada con cariño. Por eso exige también una actitud de vigilancia y protección. Lo dicho: Vigilantiae custos.

EN LA IMAGEN, El escudo de la ciudad de Irún

Fuente:
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Saludos
Rodrigo González Fernández
Diplomado en "Responsabilidad Social Empresarial" de la ONU
Diplomado en "Gestión del Conocimiento" de la ONU

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